
En el acto para que n perdiera aroma, porque como los tarros de antes no cerraban herméticamente, si se ponía en un bote, con tapa de rosca, a los dos días el aroma salía por la ventana.
Vaya pues el recuerdo al Molinillo de café, con cajoncito de madera, con el que nuestros abuelos molían el cafetito.